Hoy es el día, voy a salir a ver el mundo. Mi padre casi no dejó el nido en todo este tiempo, nos defendió de los zorros y nos dio su calor. Cuando salga de este cascarón, voy a estirar mis patas y a ejercitarme mucho para ser tan fuerte y rápido como él cuando crezca. A mi madre no creo reconocerla, tampoco sé si quiero hacerlo.
Algunos de mis hermanos, o quizás yo, no lleguemos a ser adultos, quién sabe qué habrá pensado la naturaleza al crearnos de esta manera, además ¿cuál será el propósito de darnos alas para no poder volar? Es un poco frustrante pensar en eso, pero al menos sé que mis plumas van a ser las más suaves entre todas las aves. ¡Y ningún depredador va a alcanzarme!, voy a ser tan rápido como pocos, y si algún humano me ve correr algún día, estoy seguro de ser parte de sus mejores recuerdos y anécdotas.
Primero seré un Charito, mi padre tendrá que acompañarme al menos por tres años, aprenderé qué comer y qué no en nuestro amplio menú de semillas, hierbas y otros animales pequeños. Tendré que estar atento a los zorros y otros depredadores, tengo que aprender a defenderme solo. Pero después me haré grande y me llamarán Ñandú, también me convertiré en padre y seré tan noble como el mío cuando cuide a mis hijos.
¡Qué incómodo estoy en este pequeño huevo! Antes parecía tan grande y ahora apenas quepo. Hoy es el día, ¡estoy seguro! ¡Voy a salir, al fin, a ver el mundo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario