Una vez por semana, generalmente un sábado, abro los ojos en otro lugar: un universo paralelo en el que vivo otra vida, con otra gente, otros amigos, otra familia.
En mi otro mundo soy hombre, me llamo Marcos, tengo una novia con tres tetas y un solo ojo, y dos amigos siameses de piel gris.
Mi novia canta como los dioses, tiene una voz extraña, como un coro completo en una sola persona. Su ojo es de un color amarillo dorado y el pelo le cae en la cara descuidadamente, como si recién se levantara. Su nombre es Agustina, o al menos así la llamo yo.
En mi otro mundo vivo con mi abuela, una señora gorda que pisa los noventa, pero muy ágil y divertida. Tiene el pelo negro y largo y lo lleva siempre suelto. A veces me espera con masitas caseras y chocolatada, y siempre sonríe.
Tengo también un primo en mi otra vida, se llama Franco. Es excesivamente alto y flaco y fuma Parissiennes como si no existiera un mañana. Le gusta el rock tanto como a mí.
Mi mundo paralelo está lleno de extrañas criaturas, como mi novia y su tercera teta, como mis amigos siameses y sus 256 tonos de gris. Pero el ojo de Agus es tan hermoso... jamás he visto algo así y jamás he amado tanto a alguien. En la semana, en mi mundo normal, con mi cuerpo de mujer normal, no dejo de amarla y de extrañarla. Mi novio normal no se le parece en nada, pero a él también lo amo. De una forma distinta, pero lo amo.
En mi otro mundo nadie duerme o al menos no duermen como se duerme en este mundo. Cada cuatro horas todos cierran los ojos, se hace un silencio sepulcral, todo se queda quieto, permanecen así por diez minutos y después, como si nada hubiera pasado, cada uno sigue con sus cosas. Agus a veces se queda despierta y sale desnuda a la calle a gritar que me ama. Sabe que nadie lo va a notar, la siesta de diez minutos de pie en cualquier lugar es sagrada en mi otro mundo, como un rito necesario para sobrevivir. Cuando mi Agus se queda despierta y sale a hacer locuras con sus tetas al viento, su ojo amarillo dorado pierde ese brillo que lo hace aún más hermoso y sus labios se ponen pálidos y secos de cansancio. Pero a ella no le importa, prefiere que la vea desnuda en medio de la calle gritando que me ama. Mi Agus es toda una romántica. Mi novio normal de mi mundo normal quiso desvestirse varias veces en varios boliches, pero nunca lo dejé hacerlo porque me da vergüenza.
En mi mundo normal tengo una amiga extremadamente normal y a la vez única. Solo ella sabe de mi doble vida. No sé si me cree o me escucha solo para entretenerse, pero al menos no se lo cuenta a nadie. Quise llevarla a mi otro mundo un día, pero no pude.
Mi mundo paralelo, poco a poco, se está infiltrando en mi mundo normal. Tanto busqué a mi Agus en este mundo que empecé a sentirme atraída por algunas mujeres que se le parecían. Hasta ahora no encontré a ninguna con un solo ojo y tres tetas, tampoco creo que exista aquí, pero vi su boca, su nariz, sus piernas y su pelo, y me bastó para perseguir a un par de mujeres con las que jamás me animé a hablar.
La primera vez que desperté en mi otro mundo tenía 5 años. Para mí esa gente rara era como algún personaje de la televisión que en mi inocencia era real, así que no me asusté. Creía que estaba en un parque de diversiones o algo parecido. Aquella señora gorda que decía ser mi abuela me ofrecía chocolatada y masitas, ¿por qué tendría miedo?
Todo ese sábado y los siguientes mi abuela me llevaba a recorrer mi otro mundo. Uno de esos sábados, pero siete años más tarde, conocí a mi Agus y a los hermanos siameses. Para esa altura ya todo me parecía normal y me enamoré de ella en ese mismo instante.
Me encanta ser hombre en mi otro mundo. Adoro hacer cosas que aquí no puedo hacer o que no debo.
Un día entero en mi mundo alterno son cinco minutos en mi mundo normal, por eso nadie nota que me voy. Generalmente vuelvo para la hora del almuerzo, pero a veces me quedo hasta el lunes en mi otro mundo, y en esos diez minutos en que mi Agus duerme, en que todo el mundo duerme y nadie me registra, me saco la ropa y grito en la calle que la amo, que la amo y que no quiero ya volver a mi mundo normal.
Yo tampoco quisiera volver si tuviera una Agus
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